LA COSA ESTÁ MUY NEGRA

La verdad oculta de Wuhan

La verdad impostada o manipulada es lo habitual en un régimen dictatorial, porque no hay  prensa libre que la cuestione y porque la opinión pública brilla por su ausencia. Los gobiernos  totalitarios utilizan el oscurantismo informativo (Chernóbil, Ucrania – URSS, 1986) es el más  claro ejemplo, su desprecio a la objetividad rigurosa y su amenaza al discrepante para silenciar  la verdad. Afortunadamente en el siglo XXI gracias a las nuevas tecnologías que esos países  totalitarios controlan férreamente, siempre hay resquicios por donde pueden escapar  informaciones que delatan el atropello a la verdad. Naturalmente hablo de China y su mentira  oficial de que el virus mutó a través de un animal desde un mercado. La pandemia del Covid 19, es una catástrofe humanitaria que comienza a desvelarse como un accidente dentro del  Laboratorio de Virología en Wuhan, donde pudieron estar manipulando dicho coronavirus. 

Todo lo apuntado, me hace gracia si no fuera por la catástrofe económica mundial y los  millones de muertos y contagiados, pues me viene a la memoria el genial corto de Mickey  Mouse intentando detener aquella multiplicación de escobas gracias a su portentosa magia descontrolada en “El aprendiz de brujo” con música de Paul Dukas del film Fantasía, 1940 Walt  Disney. No obstante, siempre existen los pijo-progres, los tontos útiles que compran y  difunden los mantras del globalismo que nos dicen lo que tenemos que pensar y otros se  enriquecen aconsejándonos cómo debemos vivir, la ecología, el cambio climático y toda la  verborrea demagógica del “buenismo bienpensante”. Estos paladines de la verdad absoluta y la falacia suprema, se empeñan en denigrar a las democracias liberales donde residen, para  alabar y defender los totalitarismos de izquierdas donde jamás piensan vivir, seguramente  porque intuyen lo que les pasaría si osaran discrepar. Son los mismos que nos llaman  negacionistas e instigadores de tramas paranoicas a los que desconfiamos del oficialismo  burocrático de esas dictaduras que no rinde cuentas a sus ciudadanos ni a la humanidad. 

En los últimos días han salido a la luz diversas informaciones con pruebas sólidas (e-mails  comprometedores del Fernando Simón, para entendernos, en versión norteamericana), de que  el Covid-19 no se propagó, como siempre defendió China y la Organización Mundial de la  Salud, gobernada desde la sombra por el gigante asiático, además de todos los científicos  afines a la progresía que comulgan con la manipulación ideológica e intereses espurios. Esas  informaciones que algunos responsables de la salud se negaron a reconocer, demuestra que el  origen del covid-19, se debió a un fatal accidente en el mes de Noviembre de 2019 en el  Laboratorio de Virus de Wuhan.  

Pero lo más grave no fue ese accidente, sino el secretismo con que actuó el Gobierno  Comunista Chino, quizá valoró no informar a todos los países del peligro que se cernía por ese  fatídico virus, sin facilitar toda la información con lealtad a la comunidad internacional para  ponerse en guardia y preparar cuanto antes una vacuna sabiendo su código o estructura  genética. Una vez más los intereses políticos y estratégicos se imponen a la lógica y el sentido  común, y finalmente, se da la “extraña paradoja” de que el país más beneficiado  económicamente por esta catástrofe mundial, es el que la causó de forma negligente. ¡Qué  casualidad! Esperemos que más pronto que tarde (algunos servicios secretos están en ello) sepamos lo ocurrido y se castigue este genocidio humano y económico. 

Antonio Morales Sánchez, emprendedor y autodidacta.