LA COSA ESTÁ MUY NEGRA

¡Hala tía, lo ha dicho el New York Times!

La “vacuna” ya es una mierda oficialmente. Así lo ha venido a reconocer el Pravda de nuestros días, el New York Times, referencia de todos los medios sistémico-globalistas-estalinistas-terroristas-genocidas de adoctrinamiento masivo, o sea, el 95 por ciento de los “miedos” que consumimos en los países “desarrollados”.

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es “Israel, que alguna vez fue el modelo para vencer al Covid, se enfrenta a una nueva oleada de infecciones”. Y entre las perlas que dejan, señalan que “Israel, una de las sociedades más vacunadas, tiene ahora una de las tasas de infección más altas del mundo, lo que genera dudas sobre la eficacia de la vacuna”. Está claro que antes no había dudas, si sólo se leen o ven este tipo de medios, claro. Pero, que ya lo reconozca esta chusma, es todo un hito.

El comisionado de coronavirus del Gobierno israelí, Salman Zarka, ha visto la luz, identificando lo que se sabe desde hace un año y medio: «creo que estamos en guerra». Efectivamente, se llama Tercera Guerra Mundial y van ya 4,4 millones de muertos atribuidos al virus de un laboratorio militar chino, además de bastantes más millones de damnificados y algunas docenas de miles de muertes colaterales, a consecuencia de las medidas coercitivas adoptadas. Y, a diferencia de las anteriores, participan todos los países, con sus respectivos Golpes de Estado. Es la guerra de la élite y los políticos, contra la ciudadanía, que llevan anunciándonos varias décadas (por cierto, ¿dónde está VOX?). Otra diferencia es que, en vez de mirar hacia otro lado, como los alemanes en su día, todos corriendo a por el elixir de grafeno, unidos por la autoestima colectiva y señalando e insultando cada día a los que investigan un poco. El mundo al revés, como en todo lo demás.

Prosigue el NYT: “algunos expertos temen que la alta tasa de infecciones de Israel, entre los primeros receptores de la vacuna, pueda indicar una disminución de las protecciones de la vacuna con el tiempo”. Bien, se reconoce al fin lo que ha ocurrido siempre con toda vacuna, respecto de las resistencias y aparición de nuevas cepas.

Pero lo más contundente llega cuando dan la razón a todos los biólogos y médicos que vienen censurando estos medios genocidas: “Todavía se cree que la vacuna ayuda a prevenir enfermedades graves en quienes se infectan, pero algunos datos israelíes sugieren la posibilidad de un mayor riesgo de enfermedad grave entre quienes recibieron las primeras vacunas.” Resáltese lo de “mayor riesgo de enfermedad grave”, que por aquí seguimos con otra narrativa. A lo que añaden después que “entre los completamente inoculados, los científicos israelíes han encontrado evidencia creciente de una inmunidad menguante, particularmente entre la población mayor que se vacunó primero.” Y esto último son sólo los indicios iniciales de unas campañas de vacunación que apenas están alcanzando el famoso 70 por ciento de alienación de rebaño. Veremos los datos por llegar este invierno en todos los países inteligentes y super-inoculados.

“Los datos publicados por el Ministerio de Salud de Israel a fines de julio sugirieron que la inyección de Pfizer tenía solo un 39 por ciento de efectividad contra la prevención de infecciones en el país a fines de junio y principios de julio, en comparación con el 95 por ciento de enero a principios de abril”. De 95 a 39 en seis meses: atentos a la proyección que adelantan con este dato, es decir, a la eficacia que le conferirán a este óxido de grafeno para el mes noviembre… ¿Un 10%, un 5%? Debiendo aquí recordar que la inmunidad natural se mantiene, desde el inicio de la plandemia, por encima del 98% y que los fallecidos menores de 14 años que no tuvieran patologías previas son, en todo el planeta tierra, exactamente “0”. Esto último, como recordatorio para los aún presuntos homicidas y presuntos maltratadores de sus propios hijos. ¡Los niños ni se tocan, ni son tuyos, sino de su propio presente y futuro!

“A diferencia de los anteriores epicentros de infección en las comunidades ultraortodoxas menos vacunadas y atestadas de Israel, este flagelo se apoderó principalmente de los suburbios de clase media bien vacunados.” Esto se lleva adelantando desde inicio por todos los verdaderos conocedores del asunto, es decir, los no patrocinados y siempre censurados microbiólogos a los que vetan en todas partes. Los datos de agosto indican ya lo mismo en varios países. Y si en Israel ya son mayoría los vacunados que entran en la UCI, respecto de los no adoctrinados, es evidente que, con un muestreo de nueve millones de población, se empezará a constatar lo mismo en el resto de países, máxime cuando empiecen a implementar de nuevo las medidas de intoxicación por vía aérea (mascarillas) y de esparcimiento del miedo (medios y políticos), como peor enemigo del sistema inmunológico. Pero, sin duda, habrá una nueva excusa. Apuesto por la de “es que no se puso la sexta dosis…”, que dirán los aún negacionistas de los datos y los siempre tragacionistas de la narrativa única.

«Se suponía que las vacunas resolverían todo. Ahora entendemos que las vacunas no son suficientes» termina constatando el profesor Davidovitch, “experto” en salud pública israelí que apunta hacia un “necesario” régimen de medidas más dictatoriales que las hasta ahora jamás vistas, más allá del ya Estado Policial de Australia.

Eso sí, en honor a este periódico y a su habitual nivel de objetividad, el NYT va desacreditando los propios datos estadísticos y oficiales que aporta (…), con la narrativa única de siempre: que si la variante Delta es muy potente (cuando difícilmente puede hablar nadie –ni tan siquiera un microbiólogo– de variantes, al no haberse aislado ni secuenciado a día de hoy el virus de origen), que si con una tercera dosis seguro que apañamos todos este genocidio, que si el problema está en los del no rebaño, etc.

Pido sinceras disculpas a los inoculados que se hayan podido sentir ofendidos, pero, por desgracia, me temo que podrán ir constando lo dicho en el transcurso del próximo año, además de que no puede ser tónica general que se insulte, a diario y en todos los medios, a quienes sencillamente no queremos ser cobayas en un estudio clínico.

Moncho Tamames

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