Miles de personas que fueron encontradas muertas en sus casas durante el confinamiento no aguantaron las medidas y se quitaron la vida.
Tras varias semanas negando la existencia, la letalidad y el avance del coronavirus en España, para que se pudiera celebrar el 8M, el gobierno de colisión socialcomunista PSOE UNIDAS PODEMOS, se vio obligado a tomar a regañadientes, las medidas más duras, más restrictivas del continente europeo para controlar el virus. El Director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, llegó a decir que España no iba a tener «como mucho, más allá de algún caso diagnosticado».
El 13 de Marzo, con la situación ya fuera de control, el gobierno declaró el «Estado de Alarma» en todo el país. El Real Decreto 463/2020 publicado en el BOE el 14 de Marzo, por el que se declaraba el Estado de Alarma para gestionar la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19.
Dicho Estado de Alarma, tenía como norma principal, la limitación total de movimientos. Quedaba totalmente confinado todo el país, con la prohibición de salir de casa excepto para lo estrictamente imprescindible como «pasear al perro, comprar algún producto de primera necesidad o acudir a una farmacia». El confinamiento, tipo cuarentena decretado por el gobierno, supuso, la limitación de derechos fundamentales, como nunca se había vivido antes en España. 98 días o lo que es lo mismo, 3 mese y 6 días encerrado en su domicilio.
Una situación que fue muy dura para la población española. Millones de autónomos, que no eran «servicios esenciales»se vieron obligados a cerrar sus empresas, para cumplir con la cuarentena, mandaron a todos sus empleados a la cola del paro. Sin recibir ningún tipo de compensación en forma de indemnización por parte del gobierno central, muchas pequeñas y medianas empresas, se fuera a la ruina. Familias enteras vieron cómo todos sus miembros se quedaban sin empleos y por el colapso en los servicios sociales, muchas son las que pasaron meses encerradas en sus domicilios sin ningún tipo de ingreso.
Debido a esta dramática situación de precariedad y de angustia, que muchos se vivieron solos y encerrados, la depresión no tardó en adueñarse de ellos. La perdida total de esperanza, sin la posibilidad de acudir a un profesional sanitario, obligó a muchos a quitarse la vida. Los vecinos, alertados por el olor, eran los que avisaban a los servicios de emergencia, que no pararon de recibir llamadas de este tipo durante la cuarentena. Un bombero que estaba de servicio durante el confinamiento, consultado por «LA COSA ESTÁ MUY NEGRA» y que prefiere mantenerse en el anonimato, nos ha confirmado que en muchos casos encontraban claros signos de que el fallecido, se había quitado la vida de manera voluntaria. Casos que el gobierno, sin practicar las autopsias correspondientes, clasificó como «MUERTO POR COVID-19».
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