LA COSA ESTÁ MUY NEGRA

LA NUEVA UCRANIA

Luis García-Mauriño, Coronel del Ejército del Aire.

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A las 4:00 del 23 de febrero de 2022, Rusia comenzó la invasión de Ucrania. Una guerra sin razones, para unos; necesaria, para otros; y triste, para todos. Una guerra cuyo final todavía no se conoce. Y es en este escenario de incertidumbre, más apto para las apuestas que para arriesgadas predicciones que se van a ver confirmadas o desmentidas en muy poco tiempo, en el que surge una pregunta.

¿Dónde parará Rusia, si es que otros factores no la desvían de sus planes?

Muchos hablan de ocupar sólo la parte al este del Dniéper. Esto tiene ventajas e inconvenientes, como todo. Es en esta zona en la que se concentra la población más pro rusa de Ucrania, tanto en lo referido a la lengua como en aspectos culturales e históricos. Si así fuera, habría una gran ventaja, porque los que no quisieran vivir en una Ucrania oriental bajo influencia rusa siempre podrían irse a la Ucrania occidental. Pero sigue siendo una solución imperfecta, porque habría una Ucrania Occidental que siempre reclamaría ser la única Ucrania y la pretensión de reunificación permanecería como un factor desestabilizante a lo largo del tiempo.

¿Y si llega hasta la actual frontera occidental de Ucrania, es decir, la invade completamente?

Es otra solución, pero conforme avance hacia las fronteras del oeste crecerá la tensión con Rumanía, Hungría, Eslovaquia y Polonia, y por tanto con la Unión Europea, con la OTAN y con los americanos. Además, si la población disidente no tiene otro territorio nacional al que dirigirse, existe la posibilidad de oposición e insurgencia internas que debilitarían a cualquier gobierno nacional tutelado por Moscú que se hiciera cargo de la Ucrania “ocupada”.

¿Y si se detienen en las antiguas fronteras de la Ucrania anterior a la Segunda Guerra Mundial?

Podría ser una buena opción. Evita los dos problemas anteriores, el del incremento de tensión conforme se aproximen a los países de la Unión Europea y el de dejar sin territorio a los disidentes de una nueva Ucrania con orientación pro rusa. Pero, además, habrá dejado en mitad de Europa un regalo envenenado.

¿Cuánto tiempo durará la cohesión de la OTAN y la comunión de intereses de la Unión Europea, cuando algunos empiecen a observar con creciente apetito una tierra que antes fue suya y en la que se asienta una población huérfana con marcada inclinación occidental?

Es sólo un tiro al aire, pero es el momento de las apuestas.