LA COSA ESTÁ MUY NEGRA

EL DÍA DESPUÉS DE LA ANSIADA "INDEPENDENCIA"

Bonifacio.J

CATALUNYA.

Está comprobado a través de la historia de la humanidad, que el ser humano cuando más disfruta de un proyecto de futuro, una meta a conseguir o un deseo que parece alcanzable, es en el periodo de tiempo inmediatamente anterior a que se haga realidad. Mientras esperamos el hecho en sí, empezamos a imaginar cómo será, que nos hará sentir, como vamos a disfrutar de él, etc. Eso hará que nos sintamos felices, voluntariosos, deseosos de que llegue, creando enormes expectativas de cara al futuro. Pero al final, cuando por fin llega y alcanzamos nuestros sueños, todo lo que habíamos pensado que nos traería la consecución de ese ideal, ambición o fantasía, quedan muy por debajo de la triste realidad. Llegando en algunos casos, más de los que creemos, a anhelar los tiempos pasados, donde la ilusión y el deseo por llevar a cabo nuestros planes nos hacían vivir con toda intensidad la búsqueda de la ansiada felicidad.

En relación con todo esto, creo que todos tenemos en nuestra memoria esas vacaciones, ese noviazgo o aquel trabajo que nunca llegaron a cubrir ni por asomo los objetivos y pretensiones que habíamos depositado en ellos. El subidón de que se hicieran realidad, se transformó, de un día para otro, en un bajonazo que, en muchos casos, tardaremos una buena temporada en dejar atrás. 

Digo todo esto, porque creo que algo parecido está ocurriendo los últimos años en nuestra querida Catalunya. 

Es posible que todo el anhelo independentista exacerbado que se está viviendo, haya surgido de un sentimiento que subyace latente en la sociedad catalana desde tiempo inmemorial; de una cortina de humo que pretende ocultar una mala gestión política durante años; o de una revolución generacional donde jóvenes inconformistas, apoyados en determinados acontecimientos históricos, se han revelado contra el poder central. Lo que es cierto, es la existencia de una demanda popular de un 50% de la población en pro de una Catalunya independiente y libre.

Después de estos últimos años convulsos en la sociedad catalana y española, con demostraciones de fuerza por uno y otro lado, con presiones políticas, económicas e incluso callejeras, donde la crispación ha llegado a límites insospechados, con cierto tono de sarcasmo y escarnio hacia el oponente, creo que estamos llegando a ese punto en que la consecución del proyecto político independentista y su apoyo social se puede empezar a ver como algo plausible, lo cual está dándole alas a la clase política catalana y a la ciudadanía que la respalda. Otorgándoles, además, una gran determinación por conseguir ese objetivo que cada vez se encuentra más cerca. Y todo esto, en un momento en que la oposición ejercida por el gobierno central al plan independentista, se encuentra llena de fisuras e intereses dispares de difícil consenso

Dicho todo esto, mi gran duda es saber si el gobierno de la Generalitat de Catalunya quiere realmente que esa independencia del país Catalá se lleve a cabo, con todo el coste que ello conlleva a nivel político, social y económico, o prefiere que este tiempo de “rio revuelto”, de conmoción y agitación social, se alargue en el tiempo todo lo posible, ya que esto les permitiría seguir manteniendo esa posición de rebeldía y enfrentamiento al intolerante y despiadado poder central de Madrid.

Cabe la posibilidad de que alcanzar la codiciada autodeterminación pueda llevar consigo, como decíamos al principio, la perdida de esa fuerza y esa ilusión que se han derrochado durante el tiempo que ha costado su conquista y al final, se den cuenta que ni aquellas vacaciones, ni aquella novia, ni aquel trabajo, ni la bendita independencia son tan maravillosas como todos creían. Y se empiece a echar de menos aquel tiempo revolucionario donde todo lo que se hacía y se decía, era por una razón y tenía un fin concreto. No tengo demasiado claro que las aspiraciones y bondades de una Catalunya independiente no se conviertan, más bien pronto que tarde, en grandes y graves quebraderos de cabeza para sus dirigentes y por ende para todos sus ciudadanos.

Ojalá, estas pobres líneas pudieran servir como un “aviso a navegantes”, para los que dirigen y tejen esa tela de araña independentista, y que cada paso que den, en pro del ideal de autodeterminación, sea pensando en el porvenir y desarrollo de todos y cada uno de los habitantes del país Catalá y no en intereses personales o de una minoría que poco está aportando en la búsqueda de la unidad y la cohesión de Catalunya.